Sunday, December 12, 2010

Ciudades de gelatina

Por Víctor Lenore

La artista Liz Hickcok es famosa por sus ciudades de gelatina. Nació en Boston, pero vive en San Francisco, la ciudad que le inspiró su obra más comentada: San Francisco In Jell-O. Su propuesta consiste en reproducir diversos rincones y paisajes de la ciudad usando gelatina como componente principal...



La obra recibió cobertura en medios como The New York Times, Harper’s, San Francisco Magazine o la revista culinaria Gastronomita. También fue portada de la Artweek y de la publicación francesa Gusto.

Arte efímero
Su método de trabajo es hacer maquetas a escala de los lugares que le interesan. Luego usa estas construcciones como moldes donde introduce la gelatina. Liz añade decorados, que pinta ella misma, así como montañas o arbolitos y también se ocupa de la iluminación.

En realidad, se parece un poco a hacer decorados psicodélicos para películas. Una de las singularidades del arte de gelatina es que es efímero. En poco tiempo los paisajes y edificios se deshacen, quedando sólo en el recuerdo, además de los vídeos y fotografías. Por eso la artista solo trabaja este tipo de esculturas sobre pedido.

Vida inestable
Muchos se preguntarán cuál es el sentido de todo esto. La artista explica así sus motivaciones: "Creo que mi San Francisco de gelatina captura muy bien el tipo de luz que tiene la ciudad, así como el carácter abierto al juego de sus habitantes".

También refleja otros aspectos, como "lo inestable de la vida contemporánea". Además, según ella, ha creado tendencia: "No os podéis imaginar la cantidad de e-mails que recibo de gente que hace obras con gelatina".

Terremoto recordado
Cuando les da la luz del día, sus esculturas tienen un aura pop. Para contrarrestar este efecto, en una de sus mayores exposiciones Liz colocó su San Francisco en una oscura esquina, iluminándola desde abajo y añadiendo niebla. La sensación cambia por completo, quedando más cerca de una copia comestible de los sombríos fotogramas de “Blade Runner”.

Ante la atónita mirada de los críticos, Hickok sacudió la base de la escultura, recordando el famoso terremoto que arrasó la ciudad en 1906. Tampoco arriesgaba nada si se rompía, en el fondo sus esculturas no duran más que veinticuatro horas.

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